domingo, 21 de febrero de 2010

Juan de Dios Peza, fragmento

Dicen que las mujeres sólo lloran
cuando quieren fingir hondos pesares”;

los que tan falsa máxima atesoran,
muy torpes deben ser, o muy vulgares.
Si cayera mi llanto hasta las hojas
donde temblando está la mano mía,
para poder decirte mis congojas
con lágrimas mi carta escribiría.
Más si el llanto es tan claro que no pinta,
y hay que usar otra tinta más oscura,
la negra escogeré, porque es la tinta
donde más se refleja mi amargura.
Aunque no soy para soñar esquiva,
sé que para soñar nací despierta.
Me he sentido morir y aún estoy viva;
tengo ansias de vivir y ya estoy muerta.
Me acosan de dolor fieros vestigios,
¡qué amargas son las lágrimas primeras!
Pesan sobre mi vida veinte siglos,
y apenas cumplo veinte primaveras.
En esta horrible lucha en que batallo,
aun cuando débil, tu consuelo imploro,
quiero decir que lloro y me lo callo,
y más risueña estoy cuanto más lloro.
¿Por qué te conocí?"
Fragmento, Juan de Dios Peza

martes, 16 de febrero de 2010

Wondering Wandering Waiting Walking Willing Wishing Whispering and Wasting my time...

El celular vibró sobre la mesa al mismo tiempo que sonaba Rinne Rondo - El destino se encargó de mostrarnos que los dos somos un alma partida a la mitad- cantó ella mientras observaba en la pantalla el número que llamaba, al no reconocerlo, sintió en el pecho una leve decepción, devolvió el celular a la mesa y se acostó de nuevo en la cama mirando el techo.

El celular vibró de nuevo y antes de que la canción pudiera sonar, lo apagó, suspiró, cerró los ojos e inmediatamente se dibujó el rostro de aquél a quien estaba esperando; llevaba semanas sin tener noticias suyas y meses soñando con él, ahi estaban sus ojos azules, sus cabellos negros lisos y esa sonrisa de dientes blancos y perfectos que iluminaba las partes más oscuras de su corazón. ¿Cuándo iba a terminar esa espera?

Cada dia en la Academia esperaba verle y una y otra vez caía en la misma decepción al no encontrarle, por supuesto ella no daría una sola señal de inconformidad, reía, charlaba con normalidad y cuando le preguntaban como iba todo con él, simplemente respondía con mal fingida indiferencia, hace tiempo no lo veo pero no me preocupa demasiado, así estoy bien.

¿Lo estaba? se levantó de la cama, paseó por la habitación, miró por la ventana tomó, su chaqueta y, en medio de su desperación,salió de la casa. ¡Por supuesto que no! Caminó calle abajo esquivando a unos niños que jugaban fútbol, siguió depacaio sin saber exactamente hacia donde se dirigía, estaba anocheciendo y las luces empezaban a iluminar las calles, finalmente se detuvo en un parque escogió un árbol, trepó en él, se acomodó y observó las estrellas. La verdad era que no estaba tan mal solo se estaba abriendo un agujero que cada día parecía ser más y más grande ¡Era imposible detenerlo! Encedió de nuevo el celular a la espera de que hubiera llamado y nuevamente sintió la desazón en su pecho.

Ya había dejado de recordar sus besos, su abrazos, sus palabras y sus gestos de ternura con la esperanza de lograr que de esa manera, no le afectara su ausencia y así atenuar sus ilusiones. Se había acostumbrado a no dejar crecer muy rápido sus expectativas, sin embargo, con él le costaba mucho seguir sus reglas autoimpuestas.

Sin quererlo, el recuerdo de su voz apareció, sacudió su cabeza como si quisiera espantar a algún molesto mosquito y suspiró una vez más preguntándose cuántos suspiros llevaría en el día.
Estaba harta de ser ese ser extraño que reía casi sin ganas, que miraba para todas partes nerviosamente esperando al alguien que probablemente no vería de nuevo, que no se despegaba del celular por esperar oir su voz... estaba harta de desear verlo de nuevo y de muchas cosas más.

Entonces, recapacitando, posó su celular sobre la rama del árbol y bajó de él encaminándose a su casa y mientras ella regresaba con la firme decisión de no mirar atrás y seguir su camino, esta vez sin recordarlo a él, su celular vibró y vibró con el nmbre de él en la pantalla sin que hubiera alguien para contestarlo o siquiera para oirlo cantar -Con tu sonrisa se disolvió la niebla en mi corazón- hasta que cayó al piso y nunca más volvió a sonar.

Después de esto, ella regresó y nunca más volvió a preguntarse, demabular, esperar, caminar, querer, desear, suspirar y malgastando su tiempo en él o por él.